Cuando la pruebas sabe a cualquier cosa menos a cerveza. Mucha fama por los creadores hace que nos bebamos cualquier invento solo porque lo hace el apellido Adrià. Echame pan y llámeme can. Se cumple el refrán.
El primer sorbo sorprende. Tiene un sabor inesperado y extraño. Tras los primeros tragos se empieza a disfrutar. Es potente. Tiene un equilibrio perfecto entre acidez y amargor, muy refrescante. Para estar pensada para maridar con comida, tiene demasiada burbuja para mi gusto. Al final te da pena que se termine.
Una cerveza de color marron rojizo, sin filtrar. Con una espuma que no abunda demasiado pero que es bastante consistente. El aroma es relativamente intenso, no demasiado acorde con el sabor, que es un poco plano, algo acido, pero nada mas. Es gaseosa, notaras facilmente las burbujas en la boca. Coincido con la etiqueta, es bastante facil de beber, y contando con que se vende en formato de cuarto, se acaba enseguida.