Malapinta

Malapinta nació un día en que todo nos salió bien
Un día llegó a nuestras manos el mejor equipo para fabricar cervezas. A todos nos gustaba la cerveza, e incluso habíamos hecho algunas por puro amor al arte. Pero cuando se nos dio la oportunidad de compartir nuestra pasión con el mundo, la aprovechamos desde el primer momento y le sacamos el mayor jugo posible. No, perdón, la mejor cerveza posible.
A todos los rincones de la Ciudad de México llegó el rumor de que algo estaba pasando en el Ajusco, y los apasionados llegaron a tocar nuestras puertas. El equipo se formó solo.
Algunos dirían que era nuestro destino, pero a nosotros nos gusta pensar que nuestra pasión nos juntó, y así rápidamente un gran grupo de expertos en cervezas y procesos y lúpulos y maridajes, empezamos a trabajar para hacer desde cero nuestras cervezas favoritas.
En unos cuantos meses perfeccionamos nuestros procesos y tuvimos a nuestras primeras hijas listas para salir al mundo.
Historia MalapintaTan rápido como nos convertimos en familia, la familia se convirtió en nuestra razón de ser. Así que no nos fuimos muy lejos para pensar cómo queríamos llamarnos.
En todas nuestras familias tenemos por lo menos una de esas pequeñas personas de personalidad única que nos inspiran a dar lo mejor de nosotros cada día.
Esas criaturas irreverentes, descaradas, tiranas, caprichosas e insolentes.
Esas criaturas que le dieron nombre a nuestras nuevas hijas.
Y así llegaron a todos lados nuestras cervezas.
Con un gran sabor.Con calidad de primera.Con un equipo impecable.Una compañía honesta.Porque la honestidad en estos tiempos es una cualidad que no se encuentra en todos lados. Porque ser honesto es ir contracorriente, e ir contracorriente no siempre está bien visto.
Porque no ser bien visto puede ser una carga, pero también puedes hacer de eso tu mayor virtud. Porque cuando los demás solo aparecen con filtros, nosotros estamos orgullosos de nuestra mala pinta.
Porque tener Malapinta es ser diferente.
Porque queremos que todos tengan Malapinta.