La cerveza es perfecta tanto para ser degustada en soledad como en compañía de los sabores adecuados. En este libro encontraréis recetas pensadas para resaltar las características de diferentes tipos de cerveza y aprender a apreciarlas, ya sea como ingrediente o como condimento de nuevos platos. Divertíos descubriendo el mu ndo de la cerveza en toda su complejidad y seguid un consejo: ¡bebed con responsabilidad!
Cerveza, pensamientos, palabras y recetas, viene del título original: Birra, pensieri, parole e ricette, con lo cual el lector puede entrar en antecedentes. Si bien este cómodo libro está impreso en Italia, el © de esta edición es de la madrileña Desiderata Books, S.L., dentro del apartado sabores. Su adecuado tamaño de bolsillo, con casi trescientas páginas –muy bien ilustradas- lo hace atractivo de aportar a cualquier reunión entre amistades, y comentar su contenido. Después de una breve introducción, desarrollando toda una serie de interesantes recetas, merece una mención especial la atractiva recopilación que se ha realizado con “pensamientos y palabras” donde un sentido filosófico y humorístico tiene por principal protagonista a la cerveza.
En lo culinario, se relacionan cincuenta recetas. Siendo su origen italiano, es normal que resalten las albóndigas, canelones, empanadillas, macarrones, panecillos, rissottos, o tallarines. Además, en cada una de ellas, aconsejan la cerveza apropiada en virtud del alimento a cocinar. E insertan diferentes consejos, de entre los cuales sugiero: Las copas de cerveza, de aspecto medieval, son perfectas para degustar cervezas trapenses y de abadía.
Pero donde uno puede sonreír, al tiempo de buscar alguna receta o admirar sus buenas ilustraciones, es con algún pensamiento (anónimo) como este: “Mientras bebas, no conduzcas. Podrías pillar un bache y desperdiciar tu cerveza”. Los hay para todo gusto de lectores o lectoras, machistas, feministas, de autores famosos, aunque yo me inclino por los anónimos: “A veces, cuatro buenas cervezas equivalen a una puesta de sol”. Otro: “Bebo cerveza cuando estoy feliz y cuando estoy triste. A veces la bebo en soledad, y la considero obligatoria cuando estoy en compañía. Cuando no estoy hambriento la bebo a sorbitos, y cuando tengo hambre a tragos. En el resto de casos, ni la toco; a no ser, claro, que tenga sed”.